Senderistas: Toni, Mary, Carmen_D, Carmen_K, Rafi, Pablo, Fernando, Vicente, Maria_José, Manuel_Carlos, Mari_Piqueras, José Manuel.
PR-CM 11: Sendero del agua.
Esta ruta circular al igual que los otros dos PRs que tienen su inicio en Santa Cruz de Moya han sido creados por el colectivo "Gavilla verde" y se encuentran perfectamente señalizados con postes verticales, señales amarillas y blancas, y con paneles explicativos a lo largo del sendero. Nosotros seguimos la descripción de la ruta que hace Esteban Cuéllar Pardo en su libro "Caminando por la Comunidad Valenciana 3" (págs. 190-199) y tan solo tuvimos un par de dudas sin mayores consecuencias.
La primera es cuando se remonta por pista para cruzar el puente sobre el Turia antes de entrar a La Olmeda: la senda sube por donde están las ruinas evitando una curva de la pista que sube hasta la carretera, se ve claro cuando estás arriba. La segunda es un problema de carteles idénticos titulados "zona de caza controlada" que vemos a orillas de la pista cuando vamos al encuentro del río Arcos poco antes de que vierta sus aguas en el Turia; hay un cartel al lado de lo que parece un camino que se adentra en el cauce y que termina unos metros adelante en el río sin posibilidad de continuar. Nada mas meternos vimos que no era el sendero correcto pero pensando que tendría salida continuamos y nos toco retroceder un tramo para volver a enlazar con la pista y tomar el desvío correcto.
Notas de campo.
De nuevo puntualidad extrema, 3 minutos antes de las 7 ya estábamos saliendo de la gasolinera y en menos de una hora y media pisábamos la calle principal de Santa Cruz de Moya donde la temperatura era más bien fresca algo que notaron los más veraniegos. Siguiendo las descripciones de Cuéllar salimos a la primera del pueblo bajando a buscar el río y por ende el camino que nos iba a llevar hasta la aldea de La Olmeda, no sin antes pasar por el primer hito de la ruta: un desfiladero del Turia, que nos sorprendió por la cantidad de agua que llevaba y su turbidez, visto desde lo alto del puente.
En La Olmeda continúan las sorpresas: la primera que no se han complicado con el nombre de las calles: La Olmeda 1, que utilizamos para atravesar la aldea, La Olmeda 2 una calle paralela por la izquierda y una transversal de nombre... ¿no lo adivináis? ... La Olmeda 3. La segunda fueron algunas construcciones antiguas de adobe que aún se mantienen en pie junto a un aseo exterior de piedra que parece haber hecho las funciones de excusado comunitario de la aldea.
Seguimos por pista y vimos una poza de aguas cristalinas, tal y como nos anuncia Cuéllar en el libro, de difícil bajada, al menos desde el camino que llevábamos y tras dejar atrás zonas áridas de yeso cristalizado encontramos el desvío del PR-CM 12 y rodeamos el pico de La Portera dejándolo a nuestra derecha. Acabamos por adentramos en el barranco de la Saladilla donde en un momento el cauce pasa de estar seco a tener buena cantidad de agua. En uno de los cruces se produjeron un par de resbalones de los que iban en cabeza que me recordaron el chiste de los tomates que se atreven a cruzar una carretera: "El tomate que va delante le dice al otro: cuidado con el camio.. ¡chof!, y el otro pregunta: ¿que? ¡chof!"
Un poco más adelante en unos riscos al lado del ya cantarín arroyo paramos a almorzar. Era el cumpleaños de Toni y había acarreado durante prácticamente dos horas una botella de vino, una bandeja de frivolidades y otra botellita de mistela. Dimos cuenta de todo ello y acabamos cantándole el cumpleaños feliz. De nuevo en la brecha seguimos bajando por el barranco hasta que acabamos por abandonarlo y enlazamos con una pista que nos acerca hasta el río Arcos, en realidad nos acercamos demasiado pronto pues a alguno le puede la vena aventurera y tiró "pal río" sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo. Pronto se vio que no era el camino pero nos dio igual y seguimos hasta que las transparentes aguas del Arcos interrumpieron nuestros pasos.
En una próxima ocasión, con un tiempo más veraniego se puede aprovechar para seguir unos metros por dentro del río refrescando los pinrreles hasta el siguiente desvío, pero esta vez retrocedimos y atajamos para seguir por la pista y volver hasta el río donde antes de desviarnos por la izquierda, por un coqueto camino entre la exuberante vegetación de ribera, nos volvimos a acercar a la orilla del Arcos justo antes de que desemboque en el turbulento Turia y quiso la fortuna que viésemos en la orilla opuesta un ¿hurón? negro que rápidamente desapareció de nuestra vista.
Aún cuando el herboso camino sigue por la ribera del Turia, el cual ahora remontamos, el pr nos desvía para entrar en la aldea de Las Rinconadas donde se repite la monotonía del nombre de sus calles, o sea, "Las Rinconadas x" donde x= 1, 2, 3, etc. Un detalle que nos pasó desapercibido es que hemos estado a escasa distancia de otro desfiladero, en este caso la salida del río Turia camino de tierras valencianas. Una senda nos lleva hasta una acequia aérea por la que un labrador se acerca a nosotros y nos dice que el sendero discurre pegados a la pared de nuestra derecha, así que nos quedamos con las ganas de cruzar la acequia aunque hubiese sido de ida y vuelta.
Más adelante vemos a nuestra derecha una calera que a mediados del s. XX se quedó cargada y sin encender. Cruzamos de nuevo el Turia por una pasarela que nos permite ver los restos de troncos que trajo la última avenida de agua y por el camino llegamos hasta el molino del Medio, viendo en lo alto el pueblo de Santa Cruz de Moya. La penúltima sorpresa de la mañana nos la proporciona una charca de buen tamaño a la que se accede por una corta senda protegida por una barandilla de madera.
De nuevo en el camino iniciamos la subida hasta el pueblo y seguimos subiendo por la calle Real hasta llegar a los coches viendo nombre de calles curiosos como "Juego de bolos" y la última sorpresa, al menos para mí, en forma de cerraduras de madera de tiempos de los íberos que pude ver en algunas casas (en una de ellas pude ver el negativo de la llave dentro de la cerradura) similar a la reconstrucción que conocí en el yacimiento íbero de La Bastida de Les Alcusses, en Moixent. Como los coches estaban en la misma puerta del bar del pueblo y habíamos terminado antes de la hora prevista nos permitimos en 5 minutos el lujo de una cerveza, coca-cola o café antes de emprender el regreso.
Para escribir comentarios entra AQUÍ. He creado en el Cuaderno de Bitácora un tema para facilitar la escritura de vuestras impresiones sobre la ruta.
Documentación.